Cuenta el historiador cubano Enrique Sosa que el origen del culto abakúa procede de una leyenda conocida como Sikanekue. Cuenta la leyenda que un la princesa Sikán se fue al río a por agua y atrapó con su recipiente al pez sagrado Tanze, dándole muerte involuntariamente. Como consecuencia de su profanación, fue sacrificada y con su piel se cubrió el tambor sagrado llamado Ekwé, a través del cual la deidad suprema se manifiesta a los iniciados. Lo más macabro de esta creencia es que para que el tambor se manifestase era preciso alimentarlo con sangre humana, por lo cual se ofrecían sacrificios.
El abakúa (también conocido como ñañiguismo) es una secta de orígen africano que se estableció en las Antillas, especialmente en la isla de Cuba. Ya desde su llegada a las islas en el siglo XVI las prácticas ñañiguistas fueron perseguidas, aunque este movimiento ha sobrevivido al paso de los siglos, creándose hermandades encargadas de conservar la pureza de sus rituales.
El respeto a las normas y credos es muy rígido entre los adeptos. Si algún miembro de la hermandad transgrede el juramento de fidelidad pagará con su vida sufriendo un castigo peculiar y cruel: la ingestión de semillas del árbol framboyan, las cuales causan graves daños en el intestino.
La sociedad se fundó a principios del siglo XIX como reacción al esclavismo negro. Esta formada sólo por hombres y en la actualidad sus ceremonias se realizan en los templos (existen 40 templos repartidos entre varias provincias de Cuba). Lo más relevante de sus prácticas consiste en los denominados Ekeniyó, que constituyen unas grafías de tipo ideográfico las cuales que abarcan las representaciones de hechos globales.
Según algunas investigaciones, algunos integrantes fueron preguntados acerca de su propia concepción sobre el hombre, a lo cual respondieron: “Hombre no es sólo aquél que no es homosexual, sino el que refleja la más pura dignidad del ser humano como laborioso, fraterno, alegre, rebelde ante la injusticia, cumplidor del código moral establecido por los antepasados formadores del Abakuá; es aquél que es buen padre, buen hijo, buen hermano y buen amigo”.
Me robaron en mi casa y dicen ser abakúa...
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